La abeja bebe de las flores un líquido llamado néctar, lo guarda en su cuerpo y vuela, llevándolo a la colmena que está compuesta por panales. El néctar es colocado en las celdillas del panal y, más tarde, otras abejas agitan sus alas frente a él para evaporar el agua que contiene. En tres días, el néctar ya es miel, y las abejas tapan las celdillas con cera, guardándola en panales para el invierno.
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